Caroline Fourest: « Es precisamente por las víctimas que no debemos caer en una sociedad victimizada » (Telam)

POR ANA CLARA PÉREZ COTTEN, TELAM, ARGENTINA, 8/11/21

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Generación ofendida

De la policía de la cultura a la policía del pensamiento

“La discriminación mata, destruye, envilece. Debemos continuar arremetiendo contra los prejuicios, pero de manera inteligente, con el objeto real de convencer, eliminar los obstáculos, deshacer los estereotipos, romper las cadenas de las clasificaciones étnicas, rever el reparto de roles y géneros. Exactamente lo opuesto al mundo del progresismo y la izquierda identitaria, que se nutren de la competencia victimista, los antagonismos sin fin y los conflictos que encierran a la gente en sus respectivos casilleros.”
Este libro se ocupa de los pequeños linchamientos ordinarios que, como una peste de la sensibilidad, terminan por invadir nuestra intimidad, asignar identidades y censurar nuestros intercambios democráticos. Cada día, un grupo, una minoría, un individuo erigido en representante de una causa, exige, amenaza y somete. Según el origen geográfico o social, según el género y el color de la piel, según su historia personal, se busca confiscar la palabra.  Esa tiranía de la ofensa nos está sofocando. Es hora de respirar, de volver a aprender a defender la igualdad, sin dañar las libertades.

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Sobre la autora

Caroline Fourest es ensayista, editorialista, directora de cine y profesora de Ciencias políticas en París. Escribió numerosos ensayos sobre la extrema derecha, el integrismo, el multiculturalismo y el universalismo como La tentación obscurantista, La última utopía: amenazas al universalismo, Elogio de la blasfemia que recibieron numerosos premios.

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Canadá: mejor leer a Lucky Luke que jugar con fuego

En uno de esos memes que circulan por las redes sociales, se ve a Tintín, al profesor Tornasol y al capitán Haddock cociéndose en una pira… ¿Cómo se llama el falso álbum? Las aventuras de Tintín en Ontario. La provincia canadiense es uno de los bastiones más beligerantes del mundo woke. Un mundo absurdo dondelos profesores pueden ser despedidos por enseñar a sus alumnos a ejercer el espíritu crítico, mientras que asesores en sensibilidad étnica lanzan autos de fe contra obras juzgadas etnocentradas o “inapropiadas” –a veces, simplemente porque fueron escritas hace mucho tiempo, por autores blancos.

En nombre de esta visión, el Conseil scolaire catholique Providence [Junta escolar católica del sudoeste de Ontario, institución de la escuela separada‘ pública católica y francófona, constitucionalmente reconocida, que responde ante el gobierno provincial] (CSC Providence), que dirige una treintena de escuelas católicas, pretendía hacer arder próximamente 160 obras –desde aventuras de Astérix hasta cómics de Lucky Luke–, a las que acusa de reproducir estereotipos sobre las Primeras Naciones. Cinco mil títulos, en total, estaban en bajo sospecha. Tintín en América, desde luego; pero también Pocahontas, juzgada demasiado hermosa y demasiado sexualizada.

En 2019, se organizó una primera hoguera en la que ardieron unos 30 libros. A los alumnos, hipnotizados, se les dijo que ese fuego debía permitir “la reconciliación”: “Al quemar los libros, los convertimos en nutrientes. El árbol vuelve a la madre tierra para dar vida a otro árbol”.

Esta requisitoria confusa, digna de un Torquemada, viene de una asesora de Providence: Suzy Kies. Aunque hoy lo niegue, fue ella quien organizó la hoguera. En los medias anglosajones, se la presenta como “Guardiana del Saber Traditional autóctono” [Gardienne du Savoir o Traditional Knowledge Keeper], tal es su autoridad a la hora de dictar lo que debe y no debe ser censurado. No hablamos de una pirómana ordinaria, sino de una asesora cercana del primer ministro del Canadá, Justin Trudeau.

Ha tenido que estallar la polémica, sobre todo a través de los medios francófonos, para que el CSC Providence deponga su actitud. Tranquilizador, hasta que se leen con atención los motivos que esgrimen para detener la pira. Lejos de haber caído en la cuenta del despropósito que es su fuego purificador, ¡son las sospechas sobre la autenticidad étnica de Suzy Kies, las dudas sobre su ascendencia indígena, las que han llevado a suspender unas hogueras que evocan la época nazi! Periodistas canadienses descubrieron que Kies no puede considerarse “indígena” según los criterios legislativos vigentes, ni según el menor registro abenaki [tribu amerindia del noreste de Norteamérica], y que su único pariente vagamente indígena se remonta al siglo XVII… Suzy Kies ha tenido que dimitir de su puesto de co-presidenta de la Comisión de Pueblos Autóctonos del Partido Liberal. Una historia que recuerda a la de Rachel Dolezal en Estados Unidos, que se hizo pasar por negra para hablar en nombre de la comunidad afroamericana [Dolezal llegó a ser presidenta de la sección local de la NAACP, Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color, en Spokane]. La hoguera identitaria habrá chamuscado su reputación. Más que hacerlos jugar con estos fuegos, ¿no haríamos mejor en recomendar a los niños que lean, por ejemplo, las últimas aventuras de Lucky Luke, y de su compinche negro? Un cow-boy en los campos de algodón (2020; escrito por Jul, dibujado por Achdé, editado por Dargaud).

[Artículo traducido por Juan Antonio Cordero Fuertes, publicado en Marianne y reproducido en Crónica Global ]